Cuando te conviertes en madre se abre la veda para que todo el mundo empiece a darte consejos, trucos y artimañas para sobrellevar esta nueva etapa de tu vida.
Aunque la mayoría de la gente lo haga con la mejor de las intenciones no puedes evitar sentirte a veces un perro verde, en el mejor de los casos, una inútil o incluso la peor madre del mundo…
Y es que las personas se empeñan en tratar de hacerte creer que sus experiencias personales son verdades universales y no es así para nada.
Cada mujer puede experimentar la maternidad de una forma muy diferente y no tiene por qué ser ni mejor ni peor.
Es cierto que hay estudios científicos que aportan resultados demostrables y que podemos considerar como verdades universales, como por ejemplo, que niveles altos de estrés o ansiedad durante el embarazo afectan al peso de los neonatos, pero la realidad es que nos han hecho creer muchísimas cosas que no son para nada ni ciertas ni demostrables.
En este artículo vamos a ver las más comunes y en mi opinión, algunas de las más graves, que hacen que te sientas mal acerca de tu maternidad cuando no tendrías por qué.
Vamos a verlas.
1. El embarazo es un momento precioso
Pues no, no siempre. He trabajado con muchísimas mujeres que han pasado por embarazos muy duros, con altibajos, estrés y por supuesto dolores, molestias o incluso semanas en la cama.
Mi caso es así también. No tiene nada que ver cómo fue mi primer embarazo a cómo está siendo el segundo.
Cuando estaba embarazada de mi primera hija estaba pasando por mucho estrés en el trabajo y mi niña nació antes de tiempo.
Desgraciadamente en esos años todavía no había descubierto el mindfulness y todo lo que puede hacer para lograr mantener el estrés a raya.
Hoy en día practico mindfulness a diario y mi segundo embarazo está siendo totalmente distinto al primero.
Si tu embarazo no está siendo un camino de rosas, que sepas que no eres la única y que tampoco eres ningún bicho raro, ni más débil que otras mujeres.
Cuidarte por dentro y por fuera es tu prioridad antes que nada más.
2. Que tu bebé esté sano es lo único que importa
Un bebé sano es una bendición, pero no es lo único importante. Tú también importas. Si tus baterías están vacías no podrás dar a nadie más.
Asegúrate de que aceptas ayuda si la necesitas, de que dedicas tiempo a tu propio cuidado y de que te das un respiro.
Por otra parte, si das a luz a un bebé que no está sano, también sigues siendo importante. Tu bebé sigue siendo importante. Sigues siendo una madre.
3. Te vendrá de forma natural
Otro mito que nos puede hacer sentir fatal.
La maternidad no es algo natural para todo el mundo. De hecho, estoy casi segura de que no lo es para la mayoría de las mujeres.
El hecho de que tengamos un útero no significa que estemos programadas para ser mamás y que nada más dar a luz, paf, por arte de magia nos convirtamos en madres perfectas…
El instinto maternal puede manifestarse de maneras muy diferentes en cada mujer.
La maternidad no se parece a ningún otro sentimiento en el mundo, vale estamos de acuerdo, pero no tiene porque ser igual en todas las mujeres.
No te sientas mal porque a veces te entren ganas de llorar cuando no sabes qué le ocurre a tu bebé, o porque llevas noches y noches en vela sin poder pegar ojo y a veces incluso te arrepientes un poquito…
Las hormonas también pueden estar jugándote una mala pasada y te cuesta estar con la sonrisa todo el día y viendo el lado cuqui de las cosas.
Por eso el mindfulness también ayuda muchísimo a no dejar que nuestras emociones (que muchas veces están construidas sobre reacciones hormonales) consigan sobrepasarnos.
4. Todo mejorará en la semana tal
Claro que sí pero no se puede poner una fecha como mucha gente hace.
“No te preocupes, ya verás que a partir de la semana 10 consigues una rutina de sueño”.
Pues no, puede que tú no la consigas ni en la semana 10 ni en la 20. Cada bebé es distinto, los hay más fáciles y menos fáciles y no importa que hayas seguido las mismas estrategias.
Tampoco hay que creer que una vez pasada la época de pañales y noches entrecortadas todo se vuelve de color de rosa.
Cada edad tiene sus retos y hay que vivirlos lo mejor que una pueda con los recursos con los que cuentas.
Como las madres super woman están ahora de moda parece que si no lo eres, eres una fracasada.
Pero es que mucha gente no cuenta toda la historia, por ejemplo no es lo mismo contar con ayuda familiar o pagada que no tener a nadie, o hay niños que requieren mayor atención que otros de la misma edad.
Intenta no compararte con otras madres y concéntrate en seguir tu instinto y tu manera de hacer las cosas.
5. Tu vida ya nunca será igual
Vale esto no es una mentira, pero lo que me molesta es que la mayoría de las personas te lo dicen con rintintín, en plan, pobrecita, bienvenida al club de las madres sufridoras.
Sí, tu vida ha cambiado y nunca volverá a ser como antes, pero eso no quiere decir que sea peor.
Siempre tendrás una personita en quien pensar pero no quiere decir que tengas que renunciar a todo lo que te gusta hacer en la vida.
Es más, creo firmemente que lo más importante para un niño es ver a sus padres felices.
Si tú eres feliz, tu hijo o hija tendrá más oportunidades para serlo.
Un hijo te remueve muchas cosas referentes a tu vida pasada, la relación con tus padres, tus inseguridades, etc.
Es un momento ideal para hacer un trabajo interno y poder encontrar el equilibrio, el tuyo, el que funciona para ti, y dejar de machacarte con vivencias pasadas o escuchando a todo el mundo.
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